miércoles, 7 de enero de 2009

"anti-dühring" (Lectura 3)



Una concepción del mundo no es un saber, no es un conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Es una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto, el ver casi como hechos de la naturaleza particularidades de las relaciones entre hombres, conciencia de la vida cotidiana puede interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas, “inconscientes” en el sujeto que obra o reacciona.
Esos principios están explícitos en la cultura de la sociedad en que vive. Esa cultura contiene por lo común un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida. La parte contemplativa esta íntimamente relacionada con la parte práctica, la existencia o inexistencia de un principio ideal o espiritual que sea causa del mundo.
La existencia de una formulación explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permite, averiguar, cuál es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad, pues el carácter de sobreestructura que tiene la concepción del mundo con consiste en ser un mecánico reflejo, ingenuo y directo, de la realidad social y natural vivida.

El reflejo tiene siempre mucho de ideología, y detrás del principio de caridad.

Más para aclararse el papel de la concepción del mundo respecto del conocimiento científico-positivo (problema planteado por el Anti-Dühring). Puede pasarse por alto ese punto, aunque en sí mismo es imprescindible para una plena comprensión de las formaciones culturales. Para el estudio de las relaciones entre concepción del mundo y ciencia positiva basta, con atender a los aspectos formales de ambas. Las concepciones del mundo suelen presentar, unas puntas, muy concentradas y conscientes. La causa principal es la definitiva y consciente constitución del conocimiento científico positivo durante la Edad Moderna. La tesis de la vieja filosofía sistemática, de los dogmas religiosos y de las concepciones del mundo carecen de esos rasgos. Esos rasgos fan al hombre una seguridad y un rendimiento considerables, el conocimiento que los posee- el científico positivo – va destronando, la filosofía sistemática tradicional. Estos rasgos permiten plantear correctamente la cuestión de las relaciones entre concepción del mundo y conocimiento científico-positivo. Una concepción del mundo que tome a la ciencia como único cuerpo de conocimiento real se encuentra visiblemente por detrás de la investigación positiva. Como visión general de la realidad, la concepción del mundo inspira o motiva la investigación positiva misma. Esto vale independientemente de que la ideología dominante en la sociedad haga profesar al científico.

LA CONCEPCIÓN MARXISTA DEL MUNDO

La “concepción materialista y dialéctica del mundo”, esta movida por la aspiración a terminar con la obnulación de la consciencia con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos o idealizados, es una concepción de mundo explícita. La liberación de la conciencia presupone la liberación de la práctica. La concepción marxista del mundo no puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivo. El materialismo es lo primero en el marxismo incluso históricamente, el materialismo no es sino uno de los dos principios fundamentales de lo que Engels llama “concepción comunista del mundo”. El otro es que el principio de la dialéctica. Este se inspira no tanto en el hacer científico- positivo cuanto en las limitaciones del mismo. La ciencia positiva realiza el principio del materialismo a través de una metodología analítico-reductiva. Su eliminación de factores irracionales en la explicación del mundo procede a través de una reducción analítica de las formaciones complejas y cualitativamente determinadas a factores menos complejos y más homogéneos cualitativamente, con tendencia a una reducción tan extrema que el aspecto cualitativo prieta toda relevancia. El análisis reductivo practicado por la ciencia tiende incluso a obviar conceptos con contenido cualitativo, para limitarse en lo esencial al manejo de relaciones cuantitativas o al menos, vacías y formales. El análisis reductivo practicado por la ciencia tiene regularmente éxito. Es un éxito descomponible en dos aspectos: la reducción de fenómenos complejos a nociones más elementales, más homogéneas. La concepción del mundo tiene por fuerza que dar de sí una determinada comprensión de las totalidades concretas. Según esto, la tarea de una dialéctica materialista consiste en recuperar lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis reductivo, como resultado nuevo de la estructuración de éstos en la formación individual o concreta, en los “todos naturales”. Pero la palabra “análisis” no tiene aquí el mismo sentido que en la ciencia positiva. El análisis marxista se propone entender la individual situación concreta, sin postular más componentes de la misma que los resultantes de la abstracción y el análisis reductivo científicos.

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